Enseñar danza es el lenguaje con el que declaro mi amor al mundo y a los demás.
Doy y recibo, me siento afortunada.
En mi casa solamente había 2 discos: uno de flamenco, el otro la Bruja Baba-Yaga de la Bella Durmiente de Tchaikovsky. Cada vez que sonaban me sentía como poseída, igual que la bailarina de las zapatillas rojas.
Durante años mi carrera profesional estuvo dedicada en exclusiva a la danza española y en especial al flamenco.
Emprendí la aventura de emigrar para mostrarlo al mundo: México, La Habana, donde monté mi propia compañía de danza, USA, Japón, Suiza…
Quizás piensas que llevaba una vida de película, y en parte fue así.
Viajes, grandes éxitos, retos superados. Aprendizajes increíbles, experiencias inolvidables…
Pero con el tiempo muchos bailarines experimentamos que la exigencia extrema acaba por matar esa llamada que nos llevó a entregarnos a este arte sin reservas.
Empecé a preguntarme por qué la gente disfrutaba tanto viéndome sufrir
Y no solo era mi cuerpo, algo dentro de mí empezó a doler hasta el punto de aceptar que tenía que rendirme.
Volví a España con 33 años y sin una idea clara de por dónde seguir.
¿Danza sí o no?
Fue una época de dudas y falta de motivación. Solo encontraba consuelo montando a caballo.
Pero nunca perdí las ganas de aprender, así que seguía en búsqueda, casi de un modo inconsciente.
Y entonces apareció el maestro sufí Adnan Sarhan, fundador de la Asociación de Sufismo Americana y percusionista profesional.
A lo largo de 20 años a su lado descubrí un nuevo enfoque del movimiento: como un camino hacia el interior, libre de pautas, más parecido a una meditación dinámica.
Entonces empecé a liberar, a sentir mi cuerpo y mi relación con él de otra manera.
Hice un proceso profundo de sanación de tanto dolor atrincherado en los rincones más insospechados.
Claudio Naranjo y su programa de terapia y contemplación SAT, Seekers After Truth, tuvo mucho que ver en ello.
Este camino desembocó en una formación intensa hasta convertirme en profesora del método Open Floor o Danza Para La Vida, como me gusta traducirlo.
Porque yo quería transmitir a los demás esta posibilidad de liberarse de patrones antiguos y renacer de algún modo a través de la danza.
Y esa es la razón por la cual hoy estoy al frente de Danzando
Una escuela de baile para grupos pequeños y atención personalizada, porque me encanta mimar a la gente que se pone en mis manos.
Aquí he recuperado mi fe en la fuerza transformadora del flamenco, pero ofrezco alternativas como Danza Para La Vida, con la vocación de ayudar a otros a reconectarse con su cuerpo, expresar su esencia y construir comunidad.
De esta forma, estoy convencida de que bailaré toda mi vida.
Y me encantaría que tú pudieras hacer lo mismo. ¿Hablamos en persona?
Es una práctica dinámica y estimulante de conexión con tu cuerpo en pequeño grupo, como una tribu.
Notarás los beneficios en tu vida diaria
Un método probado con el que irás progresando a tu ritmo en 3 niveles (mínimo)
Flamenco para espíritus libres.
Convertimos la tarima de baile en un laboratorio, yo te doy los ingredientes, tú creas la magia
Más allá de mitos y estereotipos, debes saber que aquí movemos todo el cuerpo.
Y además trabajarás el suelo pélvico
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